Los Cardales,
pcia.de Buenos Aires
Con aire de
pueblo
“La
localidad de Los Cardales se halla localizada en el noroeste de la provincia de
Buenos Aires, a 70 kilómetros de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires por la Ruta n° 9 o por la Ruta Panamericana ramal Pilar.
También se llega a la misma por ferrocarril en el ramal Victoria – Capilla del
Señor. Una localidad pujante que guarda su espíritu de pueblo en sus costumbres
y su fisonomía. La oportunidad para percibir la vida de campo a muy pocos
kilómetros de la gran urbe.”
Por Leonardo Celano
La localidad
de Los Cardales pertenece al partido de Exaltación de La
Cruz. Se halla localizada en el noroeste de
la provincia de Buenos Aires, a 70 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
por la Ruta n° 9
o por la Ruta Panamericana
ramal Pilar. También se llega a la misma por ferrocarril en el ramal Victoria –
Capilla del Señor con una frecuencia que varía de acuerdo a los cronogramas de
la empresa prestadora del servicio. Siempre es conveniente una consulta previa.
Una localidad pujante que guarda su espíritu de pueblo en sus costumbres y su
fisonomía. Ligado fuertemente al paso del ferrocarril que fue el motor de su
crecimiento. La oportunidad para percibir la vida de campo a muy pocos
kilómetros de la gran urbe.
A pesar de
los vaivenes que sufren los servicios de ferrocarriles en la Argentina, es positivo
para Los Cardales, que el tren llegue en estos días. Es que su nacimiento como
pueblo y su progreso están ligados a la llegada del Ferrocarril Central Argentino.
En 1902 se concluyó que era necesaria la construcción de una estación de carga
antes de Capilla del Señor. El 26 de diciembre de dicho año queda como fecha de
fundación del poblado, que va a crecer acorde a las necesidades de los
lugareños. Su fisonomía actual guarda una disposición de desarrollo en torno a
la estación. Muy particular y diferente a la de los pueblos tradicionales con
su plaza principal y su traza de cuadrícula.
El acceso
por vehículo se realiza generalmente por la Ruta 9 y la intersección con la Ruta 4 que da entrada al
pueblo. Si bien hay otras formas de acceso, esta que elegimos tiene la
particularidad de introducirnos en otro paisaje. Luego de dejar la autopista,
la ruta 4 va costeando los humedales del Río Luján y nos regala una visión del
horizonte de la llanura pampeana. Un valor que solemos perder en medio de la
gran ciudad. Huevos de campo y miel casera rezan los carteles de los puestos
que se encuentran a la vera del camino. La entrada a un barrio privado matiza
el entorno. La zona es elegida para la instalación de quintas de verano y
vivienda permanente de los que optan por una vida en contacto con el verde.
Uno de los
protagonistas de todo paseo es el almuerzo. La oferta es variada, pero la
recomendación es elegir lugar y reservar antes de pasear por los alrededores.
Tomamos la sugerencia de la encargada de la Hostería Las Fraulis.
Recorrimos las instalaciones y tentados por el sol que pintaba el parque, pedimos
una mesa al lado de la pileta. La parrillada marcha como en casa, a su tiempo.
Es el momento justo para descubrir los encantos del pueblo.
La ruta se
convierte en una avenida con boulevard que da acceso a las quintas y barrios
privados. Hacia el final la calle pierde su recta y se hace mano única. Algunos
locales comerciales mantienen su fachada original restaurada. La entrada al
patio cervecero nos hace descender del auto. La cerveza artesanal es una buena
excusa para un aperitivo. Cámara en mano nos dirigimos a la estación, previo
paso por la Capilla
de La Sagrada Familia,
que fue construida con el aporte de los vecinos e inaugurada en 1957. La típica
estación de pueblo se convierte en protagonista de los aficionados a la
fotografía. Los terrenos a los laterales de las vías sirven de espacios verdes.
Cuidados y de acceso público, recrean lo que sería la plaza central de un
pueblo tipo.
Una esquina
frente a la estación es el solar donde se encuentra el protagonista de la
historia del pueblo. El Bar Di Yorio. El lugar abrió sus puertas en 1925 y
hasta hoy, cinco generaciones han sido testigo de la historia de Los Cardales.
Nos recibe el dueño y entre anécdotas nos invita a visitar el patio techado que
alberga a un museo con objetos de valor testimonial. Allí también funcionó el
primer televisor de la zona, 75 días después, que en el año 1952, Evita lo
presentara en sociedad. Desde ese día se colocaba afuera una pizarra donde se
anotaba la programación del canal 7. Sin lugar a dudas se destacan dos mesas
originales y tres sillas de roble, que fueron testigos de grandes decisiones
políticas. Eran las utilizadas por Juan B. Justo que solía dar charlas de tinte
político. También en varias oportunidades se lo escuchaba cantar a Jorge (el
turco) Cafrune.
Siguiendo
nuestra caminata entre comentarios un olor a carne asada nos recuerda nuestro
almuerzo. Es el momento justo para disfrutar del asado en el parque de la
hostería. Sin apuros y entre charlas y sobremesa se percibe la tranquilidad del
lugar. El café es servido en el estar al lado del hogar, para no privarnos de
disfrutar el calor y el olor a leña.
Ya en camino de regreso nos sorprende una construcción de madera y
piedra al estilo patagónico. El salón principal se encuentra en un plano
elevado y de su galería salen los troncos de los árboles, simulando nuestro
bosque de arrayanes del sur. La mermelada de guindas nos llevan a través del
paladar a un viaje a la Patagonia.
El sol se esconde y deja de iluminar la vista a los humedales
que tenemos desde lo alto. El horizonte pampeano es cortado por las luces de la
autopista. La ciudad nos espera. Y también el compromiso con nuestro espíritu, del
regreso a estos pagos para disfrutar de un par de días, con aire de pueblo.
Texto: Leonardo Celano para Opciones Turísticas
Fotos: Archivo Opciones Turísticas