Aventura y relax en el Limay
Las aguas del río Limay generan sensaciones encontradas. Tranquilidad y adrenalina, relax y tensión, todo eso se puede descubrir a bordo de una enorme tabla en el río que nace en el lago Nahuel Huapi a solo media hora del centro de la ciudad. La travesía que fusiona todas las emociones es la novedad del verano: el stand up rafting, que se realiza en una tabla de 5 metros de largo por 2 de ancho donde pueden viajar hasta 8 personas de pie, arrodilladas o sentadas con un remo en la mano para maniobrar en las aguas, que llegan a tener una velocidad de 12 km/h.
La aventura por el Limay recorre 9 km por el agua, partiendo del campo La Lonja a la vera de la Ruta 237 y culmina en el establecimiento El Mangrullo. En el medio se transita por sectores de aguas mansas, corrientes fuertes y rápidos mientras se puede observar una gran cantidad de aves como un Martín Pescador, cauquenes, bandurrias, cormoranes y hasta una garza blanca se puede llegar a cruzar.
No hace falta experiencia previa para remar sobre tablas y pueden ir chicos desde los ocho años. Para disfrutar el paseo, la clave es la estabilidad.
Las aguas del río Limay generan sensaciones encontradas. Tranquilidad y adrenalina, relax y tensión, todo eso se puede descubrir a bordo de una enorme tabla en el río que nace en el lago Nahuel Huapi a solo media hora del centro de la ciudad. La travesía que fusiona todas las emociones es la novedad del verano: el stand up rafting, que se realiza en una tabla de 5 metros de largo por 2 de ancho donde pueden viajar hasta 8 personas de pie, arrodilladas o sentadas con un remo en la mano para maniobrar en las aguas, que llegan a tener una velocidad de 12 km/h.
La aventura por el Limay recorre 9 km por el agua, partiendo del campo La Lonja a la vera de la Ruta 237 y culmina en el establecimiento El Mangrullo. En el medio se transita por sectores de aguas mansas, corrientes fuertes y rápidos mientras se puede observar una gran cantidad de aves como un Martín Pescador, cauquenes, bandurrias, cormoranes y hasta una garza blanca se puede llegar a cruzar.
No hace falta experiencia previa para remar sobre tablas y pueden ir chicos desde los ocho años. Para disfrutar el paseo, la clave es la estabilidad.
Moreno: un lago por descubrir
Navegar el lago Moreno en un bote a motor tiene el privilegio de llegar a rincones a los que pocos llegan. Suelen verse costas de lago alejadas, casi ocultas y donde un reducido grupo disfruta del sol y especialmente de la soledad. Son "playas" sin acceso por tierra, tal vez en sectores donde hay grandes extensiones de vegetación que impiden la llegada al agua desde otro punto que no sea por el agua. Hay recovecos en el lago Moreno Oeste, accesos al Morenito y otros sectores en el Moreno Este ideales para el descanso. Algunos llegan hasta allí en kayak o canoas pero requiere el esfuerzo de remar por un extenso trecho para encontrar un rincón privilegiado. Cada tanto se encuentra algún kayakista descansando con una caña de pescar y jóvenes bronceándose al sol sobre las piedras.
El Moreno es el lago donde se practican los deportes náuticos, el único que tiene permiso para realizar diversas actividades en sectores específicos que son controlados por Prefectura Naval Argentina, que recorre periódicamente sus 16 km².
Navegar el lago Moreno en un bote a motor tiene el privilegio de llegar a rincones a los que pocos llegan. Suelen verse costas de lago alejadas, casi ocultas y donde un reducido grupo disfruta del sol y especialmente de la soledad. Son "playas" sin acceso por tierra, tal vez en sectores donde hay grandes extensiones de vegetación que impiden la llegada al agua desde otro punto que no sea por el agua. Hay recovecos en el lago Moreno Oeste, accesos al Morenito y otros sectores en el Moreno Este ideales para el descanso. Algunos llegan hasta allí en kayak o canoas pero requiere el esfuerzo de remar por un extenso trecho para encontrar un rincón privilegiado. Cada tanto se encuentra algún kayakista descansando con una caña de pescar y jóvenes bronceándose al sol sobre las piedras.
El Moreno es el lago donde se practican los deportes náuticos, el único que tiene permiso para realizar diversas actividades en sectores específicos que son controlados por Prefectura Naval Argentina, que recorre periódicamente sus 16 km².
La tradición a bordo de un catamaránConocer Bariloche y el Parque Nahuel Huapi desde el agua es una tradición para quienes desde hace décadas realizan a diario las excursiones a la Isla Victoria y a Puerto Blest. Ambas parten desde el puerto Pañuelo, a 25 km del centro de la ciudad. El recorrido es por el lago Nahuel Huapi, con 557 km cuadrados de superficie. La travesía permite conocer la costa de Villa Tacul donde hay un puñado de coquetas propiedades y en verano también bañistas en un sector de playa que se forma en una especie de bahía por lo que el agua es más benévola con su temperatura.
El catamarán avanza por el lago hasta la Península de Quetrihué, en Villa la Angostura y luego regresa hacia el Puerto Anchorena de la Isla Victoria donde los turistas descienden para realizar un recorrido entre la flora autóctona y los senderos que llegan a la playa del Toro, formada por arena volcánica.
En la otra excursión tradicional, a Puerto Blest, el catamarán pasa por la Isla Centinela donde se toca bocina para recordar al perito Francisco Pascasio Moreno, referente de los Parques Nacionales, cuyos restos descansan en ese lugar. La embarcación transita rodeada de gaviotas que buscan el alimento generoso que ofrecen los navegantes que salen al exterior del barco. Y se llega a la Cascada de los Cántaros donde se puede contemplar además de la caída de agua, una frondosa selva valdiviana, propia de las zonas limítrofes con Chile. La excursión se detiene en un segundo punto, en Puerto Blest para continuar el paseo por el lago Frías.
www.debariloche.info
El catamarán avanza por el lago hasta la Península de Quetrihué, en Villa la Angostura y luego regresa hacia el Puerto Anchorena de la Isla Victoria donde los turistas descienden para realizar un recorrido entre la flora autóctona y los senderos que llegan a la playa del Toro, formada por arena volcánica.
En la otra excursión tradicional, a Puerto Blest, el catamarán pasa por la Isla Centinela donde se toca bocina para recordar al perito Francisco Pascasio Moreno, referente de los Parques Nacionales, cuyos restos descansan en ese lugar. La embarcación transita rodeada de gaviotas que buscan el alimento generoso que ofrecen los navegantes que salen al exterior del barco. Y se llega a la Cascada de los Cántaros donde se puede contemplar además de la caída de agua, una frondosa selva valdiviana, propia de las zonas limítrofes con Chile. La excursión se detiene en un segundo punto, en Puerto Blest para continuar el paseo por el lago Frías.
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