En el Parque Nacional Nahuel Huapi. San Carlos
de Bariloche, Río Negro. Como un coloso que surca los mares, el Hotel Llao Llao
emerge entre las montañas. Su ubicación es de privilegio acompañado por las
vistas.
*Por Leonardo Celano
Muy cercano al centro de la Ciudad de San
Carlos de Bariloche se encuentra el Hotel LLao LLao. En un recorrido de 24
kilómetros con las mejores vistas del Lago Nahuel Huapi en esta parte de la
Patagonia, se accede al coloso. Su localización es inmejorable. Con vista de
sus jardines a la cancha de Golf que termina frente a Puerto Pañuelo. El Cerro
López y el resto del Cordón Montañoso. En un marco envolvente. Y si se deja
ver, guardado como tesoro, el blanco interminable del Volcán Tronador.
En la actualidad y luego de su re apertura en
1993 se incorporó el sector de Spa y el Ala Moreno. Estos no interfieren con la
construcción tradicional por lo que la magia sigue intacta. El lobby bar con
sus dos hogares a leño nos dan paso al jardín de invierno. Sus ventanales
vidriados nos invitan a pasar a la terraza con piso de piedras, en épocas de
clima estival. La hora del té buffet endulza el sector del jardín con charlas y
encuentros.
Luego la cena en el Restaurante Patagonia. Un
lugar más cálido en sus dimensiones. Y el blanco del Tronador pasando a tonos
rojizos como parte del atardecer. La luna acompaña el brindis y la oscuridad
del entorno ilumina el piano del lobby. Los acordes nos invitan a escuchar
baladas de hoy y de siempre. Un paso por el silencio de la biblioteca. Un
escritorio original del Hotel de 1940, luego de su reapertura tras el incendio
y posterior reconstrucción, oficia de museo. Uno de los libros sobre Bustillo
en la Patagonia nos sumerge en la lectura antes del descanso.
Ya es Febrero de 1984. El Hotel esta en estado
de abandono. Corro por los jardines silvestres. Como todo niño curioso asomo mi
vista por los vidrios hacia el gran salón. Logro divisar sus dimensiones,
lámparas y su escalera de acceso. Año 2015, final del corredor. Una alfombra
roja en medio de la escalera del Salón Llao Llao me conduce al recuerdo. Como
un niño que cumple sus sueños bajo los escalones hacia donde se sirve el
desayuno. Me acompaña la historia, la magia y las anécdotas. Tiempo de
descubrir que secretos esconden estas paredes.
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